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De esta observación se deduce que solo una minoría de judíos israelíes, los de la secta Haredim, descendientes de los bereberes que el Califa Omar sometió en el 638 d.C., puede reclamar un vínculo étnico con los judíos antiguos. Los demás judíos del planeta son, como han revelado los historiadores contemporáneos, descendientes de conversos, principalmente europeos. Estos judíos asquenazíes, sefardíes o mizrajíes no tienen ninguna filiación étnica con los bereberes semitas que poblaban esa región hace unos dos mil años. Por lo tanto, es preferible, si se quiere evitar cualquier amalgama, hablar de "judeofobia" o "antijudaísmo". Pero no por ello deja de ser cierto que, más allá de cualquier debate semántico, hay que combatir sin descanso lo que comúnmente se denomina antisemitismo, esta "bestia inmunda cuyo vientre aún es fecundo", que se propaga actualmente con virulencia en los países occidentales.
No es solo el resurgimiento de un racismo atávico, sino también el producto de la confusión entre la judaidad y la política criminal llevada a cabo por el régimen sionista. Amalgama a menudo mantenida por los partidarios de la política colonialista del Estado de Israel, que no dudan en calificar de antisemitas a todos aquellos que se atreven a denunciar sus crímenes Proclamando que el antisionismo no es más que un avatar o un biombo del antisemitismo. Este riesgo de confusión está muy extendido, tanto en la ONU como en las organizaciones que defienden los derechos humanos o los Tribunales de Justicia... Las declaraciones de la jueza Sebutinde, a pesar de ser miembro del Tribunal de la CIJ, "El Señor cuenta conmigo para ponerme del lado de Israel", dan testimonio de esta tortuosa amalgama. Incluso judíos progresistas a veces caen en la trampa al afirmar que "el Estado de Israel es el centro del mundo judío"... confundiendo lo espiritual y lo político, la religión y el poder temporal.
Cabe señalar que, históricamente hablando, el antisionismo es un movimiento iniciado por ciudadanos de cultura judía que se opusieron al fundado por Herzl en 1897. La razón principal de esta oposición es que el judaísmo es ante todo una religión... y que una religión no es una nación ni un pueblo. Para los ortodoxos del movimiento Haredim, tampoco puede haber un Estado judío antes del regreso del Mesías.
Si el eslogan "Antisionista = Antisemitismo", proclamado como un mantra por los defensores del régimen israelí, es absurdo, no deja de ser cierto que algunos racistas a veces se camuflan detrás del antisionismo. Incluso hay grandes defensores del Estado de Israel... algunos antisemitas. De hecho, en EE.UU., millones de cristianos evangélicos apoyan el régimen sionista e instan a los judíos estadounidenses a unirse a Israel para "librarse" de Estados Unidos. Constituyen el lobby de apoyo más importante a Trump y a la derecha radical estadounidense. Su objetivo principal es realizar la profecía del "Fin de los Tiempos", creencia según la cual el regreso de Jesucristo depende del establecimiento de un Estado judío en Israel. "¡Cuando todos los judíos estén allí, Jesús volverá para instaurar una nueva era!"
* El pequeño para proteger la intimidad de una población, como la prohibición a los palestinos de utilizar determinadas carreteras y transportes públicos, la limitación de sus derechos civiles y políticos, etc.
* El grande que impone zonas de residencia geográficamente separadas y determinadas por el muro de más de 700 km, llamado muro de seguridad, erigido entre Israel y los territorios palestinos.
Dentro del Estado de Israel, casi dos millones de palestinos, los árabes/israelíes, son víctimas de discriminación en lo que respecta a la nacionalidad, el matrimonio, el acceso al trabajo, el permiso de construcción, los desplazamientos, etc. En Cisjordania y Jerusalén Este, territorios ocupados, ningún derecho regula la vida y el trabajo de la población palestina, ni salario mínimo, ni edad mínima, ni máximos horarios. Además, los habitantes viven bajo el arbitrio de la jurisdicción militar en enclaves territoriales que los aíslan y de los cuales no pueden salir sin autorización del ejército. Entre otras restricciones, también se pueden citar los múltiples puntos de control y la prohibición de utilizar carreteras reservadas a los israelíes.
En cuanto a la Franja de Gaza, el apartheid ha llegado a su culmen con la creación de este "gueto a cielo abierto" para más de dos millones de palestinos que, desde hace casi veinte años, están encarcelados tras una valla de 65 km de largo y que sufren una opresión sistemática.
Estas prácticas del régimen sionista han sido denunciadas por la ONU y numerosas organizaciones humanitarias, incluso en Israel mismo, como crímenes contra la humanidad. Pero el régimen israelí nunca se queda sin iniciativas racistas. Aquí está la última: en noviembre de 2024, el parlamento votó una ley que permite que la expulsión de un "terrorista" árabe-israelí pueda ir acompañada de la de sus familiares (padres, hijos, hermanos...). Esta ley, evidentemente, solo concierne a los palestinos "residentes israelíes", ya que Israel nunca ha necesitado legislación para expulsar de sus tierras a los palestinos de Cisjordania o Gaza. Este nuevo dispositivo se suma a la lista cada vez más larga de leyes supremacistas que separan jurídicamente el trato de los ciudadanos israelíes, según sean judíos o "árabe-semitas".
Los inmigrantes judíos de etnia árabe o bereber procedentes de países como Marruecos o Argelia no se cuentan entre los árabes israelíes... Sino como judíos. Más de sesenta leyes estructuran la inferioridad de la "nacionalidad" árabe en Israel, y esto en todos los ámbitos de la vida: derecho de ciudadanía, participación política, derechos de propiedad y de vivienda, acceso a la educación, derechos culturales y lingüísticos, limitaciones de los desplazamientos, controles policiales... etc. Además, la ley del 19 de julio de 2018, denominada "Ley Estado-nación del pueblo judío", estipula que "Solo el pueblo judío tiene derecho a la autodeterminación nacional en Israel" y que el hebreo es la única lengua del Estado.
Actualmente, esta población indígena vive una situación precaria y sufre las consecuencias de los dramas de Cisjordania y Gaza. En octubre de 2023, Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, autorizó la distribución gratuita de armas a todos los civiles judíos que tuvieran permiso pero no a los “árabes israelíes“, evidentemente. Acto seguido, declaró: “Quienes deseen apoyar a los palestinos de Gaza pueden hacerlo, yo los pondré en los autobuses que se dirigen allí”. El 12 de septiembre de 2024, una bomba exterminó a una familia en Ramla, al sureste de Tel Aviv, y, desde principios de 2025, la policía ha registrado 173 asesinatos de árabes/israelíes... la gran mayoría sin resolver. Desde la ofensiva sobre el enclave de Gaza, y a pesar de una prohibición total, numerosos palestinos de Israel intentan manifestar su solidaridad con Gaza y se enfrentan diariamente a la violencia policial.
ARABO SEMITAS. Como los jordanos, los libaneses o los sirios, los palestinos forman parte de la etnia árabe-semita. Desde el siglo V antes de J.C., están asentados en esta tierra que va de Egipto al Líbano y del Jordán al mar Mediterráneo. A partir del siglo VII y la conquista de los musulmanes venidos de Arabia, la población local se convirtió poco a poco al Islam, coexistiendo pacíficamente con las demás religiones de la Biblia. Estos ciudadanos israelíes son mayoritariamente musulmanes, pero también cristianos, e incluyen beduinos y drusos. Como han demostrado los historiadores contemporáneos, no existe una etnia judía, ya que la práctica totalidad de los israelíes está constituida por descendientes de poblaciones -principalmente europeas, turcas y norteafricanas- convertidas a la religión hebrea hace varios siglos.
Sin embargo, una pequeña parte de los israelíes de religión hebrea, descendientes de los palestinos subyugados por los conquistadores árabes, también pueden reivindicar su origen semita. Se les encuentra casi exclusivamente entre los judíos ultraortodoxos, los Haredim, que representan hoy poco menos del 14% de la población israelí. A menudo son reprimidos por el régimen sionista porque se niegan a tomar las armas y se oponen a la guerra. En junio de 2024, la Corte Suprema israelí ordenó el reclutamiento de los Haredim que estaban exentos del servicio militar desde la creación del Estado hebreo en 1948.
Posteriormente, Arafat adoptó una política de diálogo, priorizando la voluntad de obtener un reconocimiento internacional de la causa palestina. En 1974, en las Naciones Unidas, reclamó el respeto al derecho de retorno votado en 1948, la autodeterminación y el establecimiento de una autoridad nacional palestina: "Os traigo de una mano la rama de olivo y, de la otra, el fusil: no me obliguéis a soltar la rama". En 1993, firmó los Acuerdos de Oslo (ver este nombre) y se convirtió en el primer presidente de la “Autoridad Palestina“, que dirigió hasta su muerte. Lo sucedería Mahmud Abás.
Al año siguiente, recibió el Premio Nobel de la Paz junto con Shimon Peres e Isaac Rabin. Si bien “Oslo” fue un engaño para su pueblo y no logró construir un verdadero Estado palestino, fue, sin embargo, la primera personalidad palestina en proponer un compromiso histórico con los colonizadores.
La Fuerza Aérea israelí se distingue en el escenario internacional gracias a los numerosos drones de ataque y reconocimiento que produce y utiliza... y exporta a muchos países. Durante la última década, Israel también ha aumentado considerablemente sus importaciones de armas. El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) estima que, durante el período de 2019 a 2023, Israel fue el 15º mayor importador mundial de armas importantes. Hasta la fecha, Francia rechaza los llamamientos de la sociedad civil en favor de un embargo total de armas a Israel. En 2024, este Estado exportó 29,27 millones de dólares en material de armamento.
El desequilibrio extremo entre las víctimas y los heridos palestinos e israelíes no se debe, por tanto, a la habilidad de los soldados y oficiales israelíes, sino más bien a su armamento ampliamente superior y a su uso masivo e indiscriminado. Entre 2019 y 2023, Estados Unidos representó el 69% de las importaciones de armas de Israel. Por lo tanto, es bastante evidente que solo un cambio notable en el apoyo de Estados Unidos a Israel podría llevar a Tel Aviv a la mesa de negociaciones y a Netanyahu y compañía al tribunal de La Haya.
En julio de 2024, el Estado libanés presentó una denuncia ante el Consejo de Seguridad de la ONU por nuevos bombardeos con fósforo blanco y está esperando la respuesta. Amnistía Internacional y Human Rights Watch también denunciaron el uso de municiones de fósforo blanco contra el puerto de Gaza el 11 de octubre de 2023 Sin reacción de la ONU.
Israel nunca ha reconocido ser una potencia atómica y Mordejai Vanunu, el técnico nuclear que reveló esta realidad en 1986, cumplió 18 años de prisión por “traición al secreto de Estado”. Alegando no poseer bombas atómicas, Israel amenaza sin embargo constantemente con enviar sus misiles nucleares sobre Teherán para impedirles tener el arma atómica.
Un informe de la ONU da cuenta del lanzamiento sobre Gaza, en octubre y diciembre de 2023, de bombas que contenían uranio empobrecido sobre edificios residenciales, una escuela, campamentos de refugiados y un mercado. Estas bombas están diseñadas para perforar estructuras blindadas fortificadas, provocando enormes destrucciones y liberando gases tóxicos. Son suministradas por Estados Unidos y es muy probable que una bomba similar fuera utilizada para el asesinato de Hasán Nasralá, secretario general de Hezbolá.
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