PIENSO, LUEGO ME CABREO... UNO ENTRE TANTOS (Por Cáustico)

Querido Protestón: Resulta que la lectura de tu Blog agrava mi problema y me cabreo más leyendo. Soy adicto a la información desde pequeño, algo que heredé de mi Aita, que era capaz de tragarse de cabo arabo la Gaceta del Norte todos los días, aunque en aquellos tiempos negros eso le provocara urticaria mental. 

Pues a mí me sucede lo mismo pero, como ahora hay incontables diarios de papel y sobre todo digitales, televisiones, plataformas, podcasts y Redes Sociales, el volumen de basura a descartar para obtener un par de noticias verdaderas es agotador. Es como sacar 6 gramos de oro de entre 600 toneladas de tierra. 

Y curiosamente, tras el desbroce mental me cabreo mucho porque me he infectado ya con ponzoña de garrafón. Esto hace mucho que me sucede. Es normal que escuchar o leer a tantos y tantos majaderos iletrados que pululan por los Medios puede provocar ansiedad, temblores, raptos de ira o diarrea. Pero, si quieres estar informado, asumes el riesgo. Al menos se lo cuentas a Landa, El Protestón, y algo descargas. 

Pero lo que es nuevo es que me pase lo mismo con determinados sujetos de mi presunto ecosistema ideológico, que lo tenía construido de forma bastante sólida y confortable. Y me explico: Aunque, con la mosca tras la oreja sobre si mi voto sirve en realidad para algo, tenía yo la ilusión cada dos, tres o cuatro años, de recibir en casa la papeleta de los míos, guardarla en el cajón de la mesilla, ir con ella al Colegio Electoral, y esperar los resultados. Cuando el día siguiente ponía la radio y me informaba de los mismos me alegraba casi siempre de que “los míos” estaban en condiciones de gobernar otra vez, algo que se materializaba tras unas cuantas negociaciones, unas veces con soltura y otras cediendo cositas.

Pero es que de un tiempo a esta parte todo ha cambiado y ya no sé quiénes son "los míos". No me gusta que el tiempo y el esfuerzo dedicado a pactos y repartos sea cada vez mayor y eso que el pacto es siempre con los mismos pero cediendo más sustancia nacionalista y quedando el tiempo efectivo de gobierno, entre campaña y campaña, muy encogido porque, además, los cargos necesitan aclimatarse como los niños cuando empiezan al cole. Así que, entre ponte bien y estate quieto, nos comemos el curso y todo sigue igual. 

Si a ello le sumo mi apreciación personal de que, una vez nombrados y suficientemente cómodos, ésos y ésas a los que he votado miran por encima del hombro a los antes ilustres votantes, enchufan a sus hijos y demás parentela, se lían con la becaria o con quien sea, se ríen todo el rato no se sabe de qué, presumen de lo que no hacen, presumen de patria el día del Alderdi solamente. y se pegan hostia tras hostia y, encima, nos llaman blandos.

Pues no, por ahí no paso. Esos no son los míos, lo cual me deja huérfano porque el resto no me hacen tilín ni tolón. Así pues, a mis títulos de ciudadano gris, pensionista y como tal parasitario, racializado blanco con todos los apellidos vascos pero RH positivo, vulnerable en cuanto vengan mal dadas, heterosexual en excedencia, abstemio (esa creo que es la raíz de mi amargura), añadiré el de pasota. aún sabiendo que me seguiré cabreando igual porque también soy un zoquete y sigo informándome. O eso creo.